miércoles, junio 05, 2013

Digresiones sobre Modern Vampires of the City, de Vampire Weekend

Modern Vampires of the City es la culminación de una obra maestra de la fuga que Vampire Weekend inició tres años antes con Contra: cómo sobrevivir a la insoportable perfección de un aclamado álbum debut sin dejar de aprovechar las rentas que este ha generado.

El Vampire Weekend original latía con la energía adolescente que estallaba en las melodías y los riffs. En cada canción se notaba la aceleración 0-100 que solo los debutantes pueden lograr, macerada por años de ideas pujando por llegar al público. Muchos artistas se ahogan tratando de repetir esa explosión de creatividad en sus siguientes discos. Contra, en cambio, es un ejercicio de relajación sonora.

El tercer álbum es una combinación de los atributos expresivos de los dos anteriores. Eso le da un sentido de compleción artística, y encuentra a la banda en pleno dominio de sus facultades expresivas, más confiados que nunca. 

Lo más curioso es que estas virtudes no son evidentes en la primera escucha, disimulado por el giro hacia las texturas electrónicas. Pero luego se revela que más allá del single Diane Young hay otras canciones que descienden del linaje efervescente del primer álbum, como Unbelievers, Don't Lie, Worship You y, especialmente, Finger Back, con su sabor perfecto híbrido alternativo neoyorquino, alternando Talking Heads y Ramones. Mientras, canciones como Obvious Bycicle, Hannah Hunt, Ya Hey y Step siguen la tradición fresca y distendida de Contra. 


El disco se cierra con dos canciones anticlimáticas, fuera de la receta sonora del grupo: Hudson y Young Lion, que, amplían con tonos menores y disonancias la paleta de colores del grupo y dan pistas sobre su futuro. 

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