lunes, octubre 27, 2003

Adiós al beatle folkie

"No soy de los que disfrutan hablando de mis pasadas torturas", decía Elliot Smith hace unos años en una entrevista que lo encontraba interesado en olvidar fantasmas demasiado recurrentes para concentrarse en la promoción de "XO", primer álbum que grabaría para una multinacional (Dreamworks) y paso inicial de una conversión musical que terminaría de delinearse con mayor precisión en "Figure 8", el disco siguiente, el último de su carrera, o al menos de su carrera en vida. Porque es probable que tengamos la posibilidad de heredar parte de su legado en un tiempo, si alguien decide continuar la historia editando "From a Basement On The Hill", el que sería, ahora sí, el latido final de un corazón demasiado blando para sobrevivir en este mundo.

Autor de un tema nominado para un Oscar, graduado en filosofía política y, sobre todo, alma atormentada en búsqueda frenética de amor, Smith sabía que la pesadilla no había concluido, pero intentaba entonces disolverla a pura fuerza de voluntad, diciéndose a sí mismo lo que debía escuchar a manera de terapia. Nunca abandonó del todo el alcohol, las drogas ni la melancolía infinita que transmitía su música, agridulce evolución del folk esquelético a las melodías de ensueño de inspiración beatle, tan lejanas a los adolescentes coqueteos con el grunge. Se mudó de su Nebraska natal a Portland, de Portland a Nueva York y de Nueva York a Los Angeles, su última estación. Movimientos vanos en busca de un lugar más plácido que no encontró. Pero se ocupó, antes de suicidarse a los 34 años, de dejarnos las canciones que serán la brújula para que lo hallemos nosotros.

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